Cientos y cientos de puntos...si intentara contarlos todos, sería imposible. Llevo pintando puntos de distintos tamaños y colores desde hace tres meses. Seguro que pensáis que he tenido que aburrirme soberanamente pero nada más lejos de la realidad. He disfrutado horas de paciencia infinita viendo florecer muy poquito a poco, cada una de las ramas de estos Árboles de la Vida.
Me gustan los Árboles de la Vida en todas sus formas posibles, cuadros, bisutería, madera, ilustraciones... de hecho, llevo uno tatuado con colores acuarelas cerca de mi corazón y suelo, a menudo, poner mi mano izquierda encima de él a modo de introspección.
Cada año, preparo con mucho amor, algún detalle creativo que regalo a mis personas más queridas, en la noche de Fin de Año. En esta ocasión he pintado 5 Árboles de la Vida de madera, de 40 centímetros de altura, con la técnica del puntillismo. Cada rama de un color diferente, cada árbol con ramas de colores diferentes, ninguno es igual a otro, muchas, muchísimas horas invertidas con incluso una pequeña tendinitis en la mano derecha debida a la postura de coger el pincel. Me falta el Árbol número 6, el mío, que no me ha dado tiempo de acabar.
Caras de asombro, sonrisas de oreja a oreja, ilusión al recibirlos, yo muy feliz, porque crear es eso, sorprender y disfrutar. Pero en una noche tan mágica, de tantos árboles mágicos, no podía faltar otra coincidencia asombrosa y emocionante. Irene y Arnau, en un reciente viaje a la isla de Ibiza, encontraron este precioso cuadro de otro Árbol de la Vida, y decidieron que era para mi, así que también recibí esta preciosidad...
Existen casualidades que hacen los momentos más hermosos aún. He leído que todo ocurre por algún motivo, es decir, por el movimiento que nosotros mismos generamos. El Árbol que faltaba, el mío inacabado, ha llegado a mi de otra forma...así que también he tenido mi Árbol de la Vida. Definitivamente es el año de la Vida.
El Árbol de la Vida es un símbolo constante en muchas mitologías del mundo y tiene una tradición tanto religiosa como filosófica.
En general representa el Ciclo de la Vida. Nuestro nacimiento se representa en sus raíces profundas, la vida que llevamos está reflejada en el tronco que crece en dirección al cielo, y las ramas representan los caminos que nos vamos encontrando y que hacen que tengamos que tomar decisiones constantemente.
Desde un punto filosófico y a la vez mágico, el Árbol de la Vida representa el nivel físico y espiritual de nuestra vida y está conectado con la naturaleza. Provee el soplo de la vida, representado por la naturaleza mediante la acción de inspirar y espirar. La cualidad principal de sus hojas es la curación, no sólo desde el punto de vista físico, también del espiritual y emocional. Sus ramas tienden la mano para recoger el alimento del sol y sus hojas capturan ese alimento y lo transforman en vida y reconocen a su Padre Sol. Sus raíces se adentran profundamente en el alma de la Tierra, la abrazan y la reconocen como su Madre. Es un reconocimiento pleno de la vida que lo sostiene.
El Árbol de la Vida y los elementos Fuego, Tierra, Aire y Agua están estrechamente relacionados. Del Fuego viene el poder del Sol que llena al Árbol de luz vital. De la Tierra viene el alimento que nutre sus raíces. Del Agua viene el poder de absorber la esencia vital que hace crecer el fruto y del Aire existe el intercambio de comunicación con el medio ambiente que beneficia tanto a él como al Árbol.