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jueves, 2 de abril de 2020

Nora no para a pesar del confinamiento

Nora tiene 12 años y es mi vecina. Es una jovencita muy activa, siempre está saltando y brincando y además es muy creativa. No para quieta ni un segundo y el confinamiento no iba a poder con ella. La verdad es que me está sorprendiendo muy mucho, como lleva el asunto y desde aquí la felicito.

Estas son algunas de sus creaciones...bolsas para guardar regalos decoradas. Preciosas!!!





lunes, 1 de diciembre de 2014

viernes, 18 de julio de 2014

Columpio de luna


Hacía mucho tiempo que nadie jugaba con él y allí estaba, sentado casi a ras del suelo, en una estantería baja de una habitación que se usaba poco. La inquilina que vivía en ella había crecido y ya no era una niña. Un día, simplemente, se trasladó a la habitación de al lado, la que había estado usando su hermana, hasta que decidió empezar a vivir sola.

El oso se quedó allí, quieto y aburrido, aunque sin perder detalle de los ruidos de la calle, de las voces de los niños jugando en el parque, del sonido de una tormenta, de la luces del día, de las sombras de la noche... 

Lo cierto era que si alguien entraba en la habitación, no solía reparar en él. Se sentía solo y su vida era monótona y aburrida. Envidiaba a la luna por la altura en la que se encontraba, desde allí seguro podía ver muchas más cosas que él, podía ver un poco de mundo.

Llevaba algunos días gestando una idea: saltar con todas sus fuerzas y llegar hasta la luna pero le daba miedo fracasar. Y así un día tras otro, lleno de angustia, desechaba la idea. 

Un día ocurrió algo. Mientras la madre de la niña limpiaba la habitación, dejó al oso sentando en la cama, justo debajo de la luna. Y el oso pensó que era una oportunidad única: con todas sus fuerzas saltó, se agarró y logró sentarse en la luna y aguantar el equilibrio.


¡Que feliz se sentía! No sólo veía todo lo que pasaba detrás de la ventana, sino que además podía balancearse encima de la luna como si ésta fuera un columpio que no paraba jamás. Aunque tenía que tener cuidado y agarrarse bien y a veces le dolían las manos de apretar, su vida le parecía mágica. 

Ocurría que la mamá de la niña le guiñaba el ojo cada vez que entraba a la habitación y un día lo cogió y lo pego con cola fuerte a la luna. Desde aquel día el balanceo es más fuerte y ya casi roza la ventana...