Hace 15 días que Carla trajo a Leo, este gatito al que ya consideramos de la familia y que hemos adoptado a través de Progat Igualada. Ya tiene puesta su primera vacuna, se le han realizado estudios de la sangre y tiene colocado el chip. La impresión del veterinario es que está sano aunque algo desnutrido.
Su adaptación ha sido sorprendente, come bien desde el primer día, cumple rigurosamente con sus hábitos de aseo y se pasea por toda la casa como si estuviera haciendo turismo. No se esconde, al contrario, se deja coger y es confiado. Se le ve tranquilo y mantiene con Puck, nuestro perro, una relación entrañable. Juegan, se mordisquean, hacen combates cuerpo a cuerpo y los dos empiezan a entender que si se emocionan demasiado es mejor dejar el juego para otro momento. Por la noche, Leo busca la compañía de Puck, se enrosca a su lado porque prefiere estar con él que dormir en su cesta. Si el ronroneo indica que está bajo un estado de placidez, Leo parece que está feliz.
Leo es cazador, caza cualquier cosa, cualquier mota en el suelo, nos caza incluso a nosotros. Busca lugares insospechados, se esconde, espera con paciencia en cualquier rincón y como no, tiene predilección por las grullas de papel. Se tira a la cesta de grullas como si se tirara a una piscina.
Lo cierto es que Puck ha dado muestras, una vez más, de ser un perro especial. Ha aceptado a Leo desde el primer día, se siente responsable de él, lo cuida y le marca algún que otro límite. Aún se sorprende de verlo estar en las alturas, me mira con cara de interrogación, con cierta preocupación. Emociona verlos hacerse mutuamente arrumacos, ver como va uno detrás del otro y el otro detrás del uno.