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jueves, 12 de junio de 2014

El Principito, más que un relato infantil

El Principito es una novela corta y la obra más famosa del escritor Antoine Saint-Exúpery. Está incluido entre los mejores libros del siglo XX y se ha convertido en el libro francés más leído, traducido (257 lenguas) y  vendido de todos los tiempos.


Está considerado un relato infantil por la forma en que está escrito pero, en realidad, trata temas profundos como el sentido de la vida, la soledad, el amor, la amistad,...

Este cuento poético está acompañado de ilustraciones hechas con acuarelas por el propio autor. El libro es un catálogo de moralejas, pero no hay castigos, ni prohibiciones, ni negaciones. Su enseñanza es simple pero, a la vez, encierra la complejidad del mundo, de la naturaleza humana.

Había una vez un principito...

...que habitaba un planeta apenas más grande que él y que necesitaba tener un amigo.

El Principito es el personaje principal del libro. Toda la historia está basada en él. Es un joven, bajito, de cabellos dorados, inteligente y leal.


Se encuentra con un aviador, en el desierto del Sáhara. No parecía ni extraviado, ni muerto de fatiga, ni muerto de hambre, ni muerto de sed, ni muerto de miedo. No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en medio del desierto.

El Principito acosaba al aviador a preguntas, pero nunca parecía oír las suyas.  El aviador necesitó algún tiempo para averiguar de donde venia: de un  pequeño planeta,  un asteroide llamado  B612, un poco más grande que una casa, donde había tres pequeños volcanes, uno inactivo, y una flor muy especial. 


Así se enteró del problema de los baobabs. Como en todos los planetas, en el del Principito había hierbas buenas y hierbas malas, como las semillas de los baobabs, que tenía que arrancar a tiempo para que no lo hicieran estallar.


Los baobabs son los problemas que tenemos que solucionar antes de que se hagan demasiado complicados. Tenemos que diferenciar lo bueno de lo malo y actuar en consecuencia.

Mi flor está allí, en alguna parte...

La rosa no es una flor cualquiera, es su amor. Es magnífica, única en su planeta. Huele bien, es frágil y hay que cuidarla y mimarla.



Es mentirosa, orgullosa, vanidosa y egoísta, aún así, llena de imperfecciones, es única entre otras.  Por ello, el Principito decide partir.




Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas... Debí haberla juzgado por sus actos y no por sus palabras. Debí haber adivinado su ternura, detrás de sus pobres astucias.Pero yo era demasiado joven para saber amarla. 

El Principito reconoce el valor de la experiencia.

Cada uno lo que puede dar

El Principito visitó los asteroides cercanos para instruirse y buscar una ocupación. En primer lugar se encontró con un rey, un monarca absoluto pero razonable. Era muy fantasioso, creía que gobernaba sobre todo, aunque su planeta era muy pequeño. Al igual que el Principito, se sentía solo.

representa la ambición y el autoritarismo

Su autoridad consistía en que sabía exigir a cada uno lo que puede dar. La autoridad, decía, reposa sobre la razón.

Admírame de todos modos

El segundo planeta que visita el Principito estaba habitado por un vanidoso, que creía que todos lo adoraban por ser el hombre más hermoso,  mejor vestido y  más inteligente del planeta. Era el único que vivía en el planeta.

representa la arrogancia y el egoismo

Las personas grandes son decididamente muy extrañas, se decía para sus adentros durante el viaje.

Coleccionista de botellas

El tercer planeta estaba habitado por un bebedor sentado frente a una colección de botellas vacías y botellas llenas.

representa la falta de voluntad

- ¿Qué haces ahí?
- Bebo
- ¿Por qué bebes?
- Para olvidar
- ¿Para olvidar qué?
- Para olvidar que tengo vergüenza
- ¿Vergüenza de qué?
- Vergüenza de beber

Y el Principito  se alejó, perplejo.

El negocio de las estrellas

El cuarto planeta era el del hombre de negocios. Estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el Principito. Contaba una y otra vez los millones de estrellas que había en el cielo.


representa la avaricia y la ambición
- ¿Y qué haces con esas estrellas?
- Nada. Las poseo.
- ¿Y para qué te sirve poseer las estrellas?
- Me sirve para ser rico.
- ¿Y para qué te sirve ser rico?
- Para comprar otras estrellas, si alguien las encuentra.
- Yo poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Pues deshollino también el que está extinguido. No se sabe nunca. Es útil para mis volcanes y es útil para mi flor que yo los posea. Pero tú no eres útil a las estrellas...

Y el Principito se fue. 

Días de solo un minuto

El quinto planeta era muy extraño. Era el más pequeño de todos. Había apenas lugar para alojar un farol y a un farolero. Año tras año el planeta giraba más rápido, ahora daba una vuelta por minuto, así que el farolero no tiene ni un segundo de descanso. Enciende y apaga el farol una vez por minuto.

representa  la lealtad y la responsabilidad

- ¿Qué raro! ¡En tu planeta los días duran solo un minuto! 
- No es raro en absoluto. Hace ya un mes que estamos hablando juntos.
- ¿Un mes?
- Si. Treinta minutos ¡Treinta días! Buenas noches.

Mientras el Principito proseguía su viaje, pensó que era el único que no le parecía ridículo, quizás porque se ocupaba de una cosa ajena a sí mismo. Era el único del que podría haberse hecho amigo. Pero su planeta era  verdaderamente pequeño. No había lugar para dos...

Demasiado atareado para ambular

El sexto planeta era un planeta diez veces más grande. Estaba habitado por un Anciano que escribía enormes libros. Era un geógrafo que no sabía si había océanos, montañas, ríos o desiertos en su planeta.

representa la pasión laboral

- Pero tú, ¡tú vienes de lejos! ¡Eres explorador! ¡Vas a describirme tu planeta!
- Mi planeta no es muy interesante, es muy pequeño. Tengo tres volcanes. Dos volcanes en actividad y un volcán extinguido. Pero no se sabe nunca.
- No se sabe nunca.
- Tengo también una flor.
- No anotamos las flores.
- ¿Por qué? ¡Es lo más lindo!
- Porque las flores son efímeras.  
- ¿Qué significa efímera?
- Significa que está amenazada por una próxima desaparición.

Mi flor es efímera -pensó el Principito- ¡y solo tiene cuatro espinas para defenderse contra el mundo!¡Y la he dejado totalmente sola en mi casa!
Ese fue su primer impulso de nostalgia.



No es un planeta cualquiera

El séptimo planeta fue la Tierra. No es un planeta cualquiera. Se cuentan allí más de cien reyes, siete mil geógrafos, novecientos mil hombres de negocios,..., es decir, alrededor de dos mil millones de personas grandes. Antes de la electricidad, se debía mantener, en el conjunto de los seis continentes, cuatrocientos sesenta y dos mil quinientos once faroleros. Solamente el farolero del único farol del Polo Norte y su colega del único farol del Polo Sur llevaban una vida ociosa e indiferente: trabajaban dos veces al año.


Una vez en la Tierra, el Principito quedó muy sorprendido al no ver a nadie. 

Con los hombres también se está solo

Temía haberse equivocado de planeta, cuando un anillo de color amarillo se revolvió en la arena, la serpiente. Decía que tenía el poder de regresar a las personas al lugar de donde venían.

la serpiente simboliza el sentido de la vida

- ¿En qué planeta he caído?
- En la Tierra, en África.
- ¿No hay, pues, nadie en la Tierra?
- Esto es el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es grande.
- Me pregunto si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día. Mira mi planeta. Está justo encima de nosotros...



- ¿Dónde están los hombres? Se está un poco solo en el desierto.
- Con los hombres también se está solo- dijo la serpiente.  

El Principito se dispuso a atravesar el desierto.

¡Por favor...domestícame!

- Buenos días -dijo el zorro.
- Buenos días -respondió el Principito, que se dio la vuelta, pero no vio nada.
- Estoy aquí, bajo el manzano...
- ¿Quién eres? Eres muy lindo...
- Soy un zorro.
- Ven a jugar conmigo. ¡Estoy tan triste!...
- No puedo jugar contigo. No estoy domesticado.
-¿Qué significa domesticar?
- Para mi no eres todavía más que un muchacho semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mi único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.
- Empiezo a comprender. Hay una flor...Creo que me ha domesticado.

hay que juzgar a las personas por lo que son en realidad

El zorro es el personaje modular de la historia. Enseña al Principito la esencia de la amistad, pero también sus costos y dificultades.

El zorro calló y miró largo tiempo al Principito.
- ¡Por favor...domestícame!
- Me gustaría, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Solo se conocen las cosas que se domestican... Si quieres un amigo, ¡domestícame!.
-¿Qué hay que hacer?
- Hay que ser paciente... Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré... Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón...Los ritos son necesarios.

 

Así el Principito domesticó al zorro. Y se acercó la hora de la partida.

- Adiós -dijo el zorro- He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos... El tiempo que perdiste con tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...  

Todas se parecían a su flor

El Principito subió a una alta montaña y después de haber caminado largo tiempo a través de las arenas, de rocas y de nieves, descubrió un jardín florido de rosas. El  Principito las miró. Todas se parecían a su flor.


- ¿Quiénes sois?
- Somos rosas.

Y se sintió desdichado.Su flor le había contado que era la única de su especie en el universo. Entonces apareció el zorro. 

En la arena, ni siquiera hizo ruido

Al lado del pozo había una ruina de un  viejo muro de piedra. Allí arriba estaba sentado el Principito, con las piernas colgando. El aviador que volvía de su trabajo, no veía ni oía a nadie. Sin embargo, el Principito hablaba.


- ¿Tienes buen veneno? ¿Estás segura de no hacerme sufrir mucho tiempo?

El aviador, con el corazón oprimido, seguía sin comprender. Bajó los ojos hacia el pie del muro y allí estaba, erguida hacia el Principito, una de esas serpientes amarillas que matan en treinta segundos. Llegó justo a tiempo para recibirlo en brazos.

- ¿Qué historia es ésta? ¿Ahora hablas con las serpientes?

Sintió que estaba ocurriendo algo extraordinario, una sensación de irreparable. Y comprendió que no soportaría la idea de no oír nunca más su risa.  

- Hombrecito, ¿verdad que es un mal sueño esa historia de la serpiente, de la cita, de la estrella?...

Esa noche lo vio ponerse en camino. Se evadió sin hacer ruido. Cuando logró alcanzarlo, caminaba decidido, con paso rápido.

- Es allá. Déjame dar un paso, solo.

Y se sentó porque tenía miedo. Vaciló aún un momento; luego se levantó. Dio un paso. No hubo más que un relámpago amarillo cerca de su tobillo. Quedó inmóvil un instante. No gritó. Cayó suavemente, como cae un árbol. En la arena, ni siquiera hizo ruido.


El más bello y triste paisaje

Este es, para mi, el más bello y más triste paisaje del mundo. Es el mismo paisaje de la página precedente. pero lo he dibujado una vez más para mostrároslo bien. Aquí fue donde el principito apareció en la Tierra, y luego desapareció.

Mirad atentamente este paisaje fin de estar seguros de que habréis reconocerlo, si viajáis un día por el África, en el desierto. Y si llegáis a pasar por allí, os suplico: no os apresuréis; esperad un momento, exactamente debajo de la estrella. Si entonces un niño llega hacia vosotros, si ríe, si tiene cabellos de oro, si no responde cuando se le interroga, adivinaréis quién es. ¡Sed amables entonces! No me dejéis triste. Escribidme enseguida, decidme que el principito ha vuelto...


Moralejas del Principito

Algunos de las principales matrices de la novela son la amistad, la ternura, la comprensión, la humildad, la lealtad, la disciplina, la solidaridad, la esperanza,.. y, por otro lado, la incomunicación, el poder ocioso, la vanidad, el egoísmo, la ambición, la falta de imaginación.

En esta  confrontación de defectos y virtudes tan contrarios, destacan aquellos que exaltan los valores espirituales sobre los meramente materiales.

El Principito es un libro precioso, destinados para lectores de cualquier edad, una metáfora sobre la importancia de conocer las propias limitaciones y sobre las consecuencias de nuestras acciones.