Aquí tenemos a dos pequeños artistas concentrados hasta tal punto, que se olvidan, incluso, que están sentados el uno al lado del otro. Ninguno mira el trabajo del otro, están tan conectados con ellos mismos, que parece que el tiempo se ha detenido. Los dos miran su obra, los dos están serios y reflexivos, los dos están consiguiendo, a la vez, crear un momento único que solo les pertenece a ellos.
Bryan parece preguntarse que le falta al cuadro y trata de adivinarlo poniendo todos sus sentidos. Dadahi agarra el bote de pintura, como para terminar de convencerse que quiere todo el cielo de un azul uniforme.
Son dos instantáneas preciosas que quedarán en el cajón de mis mejores recuerdos y que me provocan cierta emoción. Deseo que los dos aprendan a llenar sus vidas, con muchos momentos como estos.
la obra de Bryan |
la obra de Dadahi |