Existe un cortometraje llamado "Solo respira" (https://youtu.be/qn63c9JgoN8) que nos habla del porqué es bueno respirar cuando las emociones nos desbordan. Sus protagonistas son niños que explican que, tanto ellos como los adultos, podemos manejar nuestras emociones ayudándonos de la respiración. En un momento del vídeo, una niña pequeña nos hace esta reflexión: "Es como si tuvieras un frasco y el frasco es tu cerebro y pones brillantina en el frasco y eso sería como piensas. Si agitas el frasco y la purpurina se va a todos lados, eso sería como se ve tu mente. Está dando vueltas y vueltas y no tienes tiempo para pensar". Otros niños explican como usan la respiración para controlarse: "respiro por la nariz, a veces cierro mis ojos...". La niña de antes concluye que después de respirar "es como si toda la brillantina estuviera en el fondo de tu cerebro".
El ejemplo me pareció maravilloso. Así estaba mi mente hace pocos meses, desbordada, en continuo y agotador movimiento, sin saber qué hacer para que parara. Compré un par de libros de meditación y empecé a practicar por mi cuenta, poniendo mucho empeño. En un par de semanas noté pequeños cambios, era capaz de controlar algunos pensamientos cantando mantras que había aprendido, lograba relajarme y poner en calma mi mente, aunque solo fuera durante unos minutos. Un buen avance.
Comprendí que había encontrado un nuevo camino, el de la meditación, y que lo que estaba buscando era serenidad, simplemente. Para motivarme y reafirmarme proyecté hacer esta alfombra, de 165 centímetros de diámetro, para meditar, divertida y llena de color. He tardado algo más de tres meses en terminarla y estoy contenta con el resultado. La inicié cosiendo los pompones de fuera hacia adentro, como un camino hacia mi misma, 547 pompones en total, de 6 colores diferentes, hechos a mano, con un pequeño aparato que compré en Amazón.
El camino de la meditación me ha llevado al yoga. Llevo apenas dos semanas aprendiendo en una escuela de yoga en la que nada más entrar, supe que era mi lugar, eso después de haber visitado unas cuantas. Aunque me resulta complicado mantener las posturas, respirar y concentrarme en sentir mi cuerpo, todo eso a la vez, voy haciendo pequeñitos avances de una clase a otra, recuerdo mejor la postura, logro inspirar y exhalar en el movimiento justo, alineo un poco mejor mi cuerpo... me gusta y salgo relajada. Sé que esta práctica me acompañará el resto de mi vida. Últimamente sé algunas cosas. Sigo avanzando.