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sábado, 1 de agosto de 2015

¿Encontrará a la Maga?

En casa habitan decenas de grullas dispersas por todos lados. Las primeras se colocaron cómodamente formando una cortina colorida y allí siguen, testigos de buenas conversaciones. Otras fueron ocupando lugares muy particulares, encima de las hojas de un jarrón, en el contador de la luz, suspendidas y colgadas del techo del pasillo, aunque la mayoría, conviven en un cesto de mimbre colocado en la habitación menos frecuentada de la casa, formando una manta colorista, que Leo, mi gato, visita de vez de en cuando.

En esta habitación tenemos un montón de libros y es quizás, la más tranquila de la casa. De entre todas las grullas, hay una especial. Destaca entre las demás por su color blanco y su aspecto melancólico. Le gusta entremeterse por los libros, cualquiera diría que sabe leer. Unos días la encuentras en la parte superior de la estantería, otros encima de los libros y mapas de viaje, siempre curiosa, pensativa, desconectada de todas las demás.

Hace pocos días desapareció. En la librería encontré un libro que sobresalía del resto, Rayuela, de Julio Cortazar, y entonces caí en la cuenta: Carla y Joan realizaban un viaje a París y, sin lugar a dudas, se había marchado con ellos. 

A los pocos días llegaron estas preciosas fotos. Aparecía sentada en la tumba de Julio Cortazar, en el cementerio de Montparnasse, entre piedrecitas, una rosa marchita, cartas desconocidas, frases pintadas y un filtro de un cigarro consumido. Se había tatuado entero, el mapa del metro de París, como para asegurarse no perderse en el camino.  


Y allí se ha quedado porque sabe que Rayuela, además de un libro, es un juego al mismo tiempo y ella, grulla curiosa, quiere jugar. Porque cree en el azar y anda buscando a la Maga, sin buscarla pero sabiendo que esperará hasta encontrarla.


¿Encontrará a la Maga?