Aquí tenemos a la pequeña María Antonieta y es indiscutible que siguió siendo igual de mayor. Ya desde niña, no comprendía la solemne severidad de la Corte, la importancia que toda la gente de allí atribuía a una inclinación de cabeza y odiaba toda especie de restricción.
Educada por institutrices y tutores (era rebelde a todo tipo de enseñanza) intentaron adiestrarla en la estrategia de las pequeñas guerras de la Corte: el arte de la maledicencia, la intriga subterránea... pero María Antonieta no aprendió nunca el disimulo ni la ocultación de sus sentimientos de odio o cariño.
Cuando tenía 7 años, María Antonieta conoció a Wolfang Amadeus Mozart, por aquel entonces un niño prodigo de la música, y que tenía la misma edad. Amadeus fue invitado a tocar en la Corte de Viena y estaba tan nervioso que tropezó con sus propios zapatos, siendo objeto de la burla de todos los cortesanos. María Antonieta le auxilió rápidamente y le ayudó a ponerse en pie. Entonces Amadeus le dijo: "cuando sea grande quiero casarme contigo".
